Lo
que os relato ocurrió un día cualquiera de una fecha cualquiera en la oscuridad
del cuarto de cualquier friki y el contenedor donde moran los protagonistas de
esta historia, un precioso ejercito de 1500 puntos Fow, con algunos puntos más
por aquello de los cambios de configuración, es decir, algún platoon de armas
de apoyo y algunos vehículos blindados de más, donde el propietario de los
mismos volcó todas sus habilidades pictóricas y para él son como sus niños,
mientras que en su calenturienta mente no anide otra idea. Tras esta breve
introducción pasemos al meollo de la cuestión.
Narrador: La noche se extiende en la habitación del joven friki que
acaba de acostarse después de mirar por trescientas últimas veces su ejercito,
preciado tesoro cual Gollum cualquiera, al cual tras retocarlo y quitarle el
posible polvo acumulado durante la espera entre partida y partida, le a dedicado
mil y un requiebro y como despedida a tantas atenciones le comunica que mañana
participará en un importante concurso con jugosos premios y mil y un
participante a cual más friki. Junto al contenedor de las figuras a dejado una
gorrilla cuartelera y una guerrera, perfecta copia de las originales que
utilizó su ejercito de 1500 puntos, y para colmo de acaparamiento de material
bélico al lado de las prendas anteriores se puede ver una vaina de un obús de 88 mm y un fusil Kar 98k taladrado
(espero que el lector este informado sobre el armamento de la época, sino lo
está me refiero a la escopetilla que utilizaron los alemanes).
Joven friki: ¡Mañana sabrán como me las gastos!, no le dejaré tregua
a mis contrincantes y el trofeo será mío. Con mi uniforme y mis arma seré la
envidia del encuentro, ¡joder! las dos y sin dormir.
Narrador: Tras decir a media voz éstas a modos de jaculatorias, pone
el despertador a hora y apaga la luz, el joven friki se queda cuajado en los
brazos de Morfeo, con una soberana cara de idiota. El silencio envuelve la
habitación y sólo se escucha a lo lejos los jadeos y la musiquilla cutre que
deja un programa porno en cualquier cadena local, roto por un rotundo grito:
¡¡¡Pepe que los niños se van a despertar!!! Y la respuesta del Pepe
¡¡¡Aaaag!!!, y por supuesto la contra respuesta ¡¡¡Pepe el mantel que después
me toca a mi lavarlo, coño!!! ¡¡¡Estos hombres siempre igual!!! Dejemos al lado
la vida misma y concentrémonos en el maletín abierto sobre la mesa, donde
empieza a oírse un susurro que va en aumento.
Hans: ¡Despierta Otto!, que el mozo se ha dormido.
Otto: ¡No te fíes!, este tiene el sueño muy ligero.
Hans: No te preocupe que se ha puesto púo de comer y hasta que no
suene el despertador no nos volverá a dar por culo, además no ves la carita que
se le ha quedado y como ronca.
Flick: ¡Parece que arrastra el ropero, cojones!
Otto: Os habéis enterado… mañana tenemos manoseo de lo lindo.
Flick: ¡No me digas!, la última vez que hubo movida, me echó mano un
manazas con los dedos pringosos y me dejó el uniforme de pena.
Schmidt: Nefasto recuerdo muchachos, nos dieron para el barniz
(pelo). Ese amigo de nuestro jefe es un elemento de cuidado y las ratas
inglesas de su ejército no se quedan atrás.
Hans: Si que nos dieron, y a mi un par de dadazos que aun llevo
grabado los huecos del dado.
Narrador: Desde la placa contigua donde se desperezaban otras cuatros
figuras del DAK, el obergefrieter (suboficial) de la misma tras apartar su
MP-40 (más información sobre armamento de la época), comenta a los anteriores.
Obergefrieter: ¿Se fijaron como venían pintadas?
Soldado 1: ¡De pena mi obergefrieter! (tercerea y última vez que
pongo tantas letras, en lo sucesivo será el “ober” y va que chuta).
Soldado 2: Me comentó uno de los ingleses que vencimos, que su jefe
había seguido un cursillo de pintura acelerado que fue impartido por un docto
joven en el foro.
Soldado 3: Pues otro, me comentó que le atizaron un par de brochazos
con un pincel, a modo de escobilla del water; le echaron unas cuantas
piedrecillas y ya estaban listos.
Ober: Ya me decía yo que algo raro ocurría, los veía todos muy iguales.
Soldado 1: ¡Sí mi valiente ober!, recuerda Ud el ejército de observadores
alemanes que participó en la mesa contigua.
Soldado 2: (dirigiéndose al soldado 3) ¡Ya está el pelota!
Ober: ¿Qué observadores?
Soldado 1: Aquellos tan bien pintados pero con ojos como repápalos
(pan redondo). No me dirá Ud que no veían.
Ober: ¡Qué va!, con esos ojos… hasta en la noche cerrada.
Narrador: Un poco más allá, y asomado a la escotilla de un panzer III
J, su mando le preguntaba a los de su interior.
Mando del Pz III: ¿Kurt, le cambiaste el aceite de los 10.000 km ?
Kurt: ¡Sí Señor!
Mando del Pz III: ¿Pasaste la tarjeta de Repsol? Por aquello de los
puntos.
Kurt: ¡Sí Señor!, ya tenemos para la mantelería.
Narrador: En otro lugar dos espléndidos 88 mm con su dotación, empiezan
a moverse.
Artillero cargador: ¡Estoy hasta los cataplones de mantener el obús
en alto!, me duele hasta el carnet del partido.
Artillero apuntador: ¡Ya salió el de siempre!
Artillero cargador: ¡El que faltaba! Claro, como tiene los huevos
cuadrados de la sentada, para él no hay problema.
Artillero apuntador: ¡Pues ya sabe agua y ajo!
Narrador: En la parte más alta del contenedor, en la placa de mando
del ejército, hablaban entre ellos
Jefe Supremo: ¡Habéis visto como se va a vestir nuestro jefe!
Jefe menos supremo: ¡Sí Señor!, todo hecho un cromo.
Subordinado: ¡Además Sr., habrá más disfrazados!
Jefe Supremo: ¡Por lo que se ve es moda!
Jefe menos supremo: ¡A algunos le sienta como a un santo dos pistolas!
Subordinado: ¡Y que lo diga Ud., hay cada majarón en este mundo!
Jefe Supremo: Lo que me temo es que este gilipollas se lleve el fusil
y la vaina al campeonato como la última vez, pues con tanta cosa se le cayó el
maletín y todavía tengo la señal del mortero de 8 cm GW42 que me cayó encima.
Jefe menos supremo: No se queje, porque el 50 largo se llevó mi
virginidad.
Jefe Supremo: ¿Por eso se acerca tanto al Pz III?
Jefe menos supremo: ¡Que le voy hacer si la carne es débil!
Narrador: Dejemos tranquilos a las tropas, pues aún quedan horas
hasta que suene el despertador del ilusionado friki… que tiene que soñar con
angelitos por el semblante de su rostro. Seguro que el mozo se ve codeándose
con el mismísimo Rommel con el fusil al hombro y la vaina debajo del brazo.
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