HERE I STAND & VIRGIN QUEEN
Por fin hemos probado a fondo en
el club estos dos juegos de GMT Games en partidas de 6 jugadores a los que
teníamos muchas ganas de hincar el diente.
Los juegos son de los denominados
de motor de cartas según el cual las acciones a realizar en el turno se
desarrollan a través de las cartas de juego, ya sea activando los eventos de
las mismas o bien utilizando sus puntos operacionales para llevar a cabo las
diferentes acciones posibles: movimiento, combate, expediciones navales,
conversiones religiosas, etc., etc.
Los juegos cubren respectivamente
ambas mitades del s. XVI, la época de la Reforma de Lutero y de la
Contrarreforma, teniendo como principales contendientes de la época a España,
el Imperio Otomano, Francia e Inglaterra en ambos juegos, mientras que en Here I Stand se representa al Vaticano y
a la Reforma con el nombre genérico de Protestantes, mientras que en el Virgin Queen ya no aparece el Vaticano
como Potencia Mayor sino el Sacro Imperio Germánico, que además es muy laxo en
cuanto al status quo religioso
manteniéndose entre las dos corrientes, y de nuevo los Protestantes
diferenciados entre Holandeses y Hugonotes Franceses.
A mi juicio, la mayor aportación
de estos juegos a nuestro mundillo (aparte de ampliar nuestro conocimiento
sobre un periodo tan desconocido por lo general como es el Renacimiento y las
luchas religiosas) es su aspecto polifacético, pues cada nación tendrá que
enfrentarse a retos de todo tipo: militares, diplomáticos, religiosos, el Nuevo
Mundo, económicos, etc., lo que hace que el jugador se sienta en la piel de un
estadista de la época teniendo que lidiar con variados asuntos a la vez y de
muy diferente índole. Evidentemente, cada nación tiene sus peculiaridades,
yendo por ejemplo, desde el Vaticano que se centra casi exclusivamente en el
ámbito religioso y diplomático, evidentemente, y no pinta nada en el Nuevo
Mundo hasta la gran potencia de la época, España, que está envuelta en todos
los conflictos del momento.
Similitudes entre ambos juegos
Básicamente las reglas de juego
son las mismas en todo lo que se refiere a movimientos (tanto terrestres como
navales, combates, diplomacia, religión, etc., cambiando lógicamente en lo que
respecta a las nuevas incorporaciones que detallaré en el apartado de
diferencias, por lo que si juegas primero a Here
I Stand tendrás muchísimo ganado en cuanto a conocimiento de las reglas
pues dominarás por lo menos un 75% de las mismas.
Diferencias
Here i Stand hace un mayor hincapié en el aspecto religioso, de
hecho El Vaticano es una potencia mayor mientras que en Virgin Queen pasa a ser una potencia menor, aunque no por eso
pierde su importancia, todo lo contrario, sólo que la acción religiosa pasa a
ser protagonizada por todos los jugadores en mayor o menor medida en sus
ámbitos de actuación excepto el turco, obviamente, y han bajado su dificultad
haciendo el mecanismo más rápido; también aumenta el papel de El Nuevo Mundo,
básicamente en lo referido a la piratería y a la flota del tesoro española
aparte de que se introduce el Océano Índico y Extremo Oriente. Pero sobre todo
hay dos diferencias que podemos considerarla mayores:
1. Cambian dos de los bandos:
Como acabamos de decir el Vaticano pasa a ser una potencia menor en el segundo
juego siendo sustituida por el Sacro Imperio Germánico, dividido entre
católicos y protestantes, pero que necesita el apoyo católico para sobrevivir
ante los turcos; y los Protestantes, con mayor fuerza militar en el Virgin Queen, representados por los
holandeses en Flandes y los Hugonotes en Francia.
2. Las nuevas facetas del juego:
Para dar un mayor sabor al juego se han incorporado nuevas reglas como son los
matrimonios reales; los hallazgos científicos y las creaciones literarias de
los artistas y científicos de cada nación: Cervantes, Shackespeare, Montaigne,
Tintoretto, Galileo, Hansen, Taqui Al
Din…; el espionaje y asesinato de líderes políticos; la piratería en el Nuevo
Mundo y todo el sistema de transporte del oro de las Indias por parte de España
o la posibilidad del Otomano de crear el Canal de Suez y poder explorar por el
Extremo Oriente; más características nacionales, etc., etc.
En resumen, son dos juegos
buenísimos, pero eso sí, con tal magnitud de variantes y opciones que por
fuerza resultan en unos juegos con cierta complejidad que necesitan de un buen
estudio de las reglas y cierta experiencia en este mundillo (si no has jugado
antes nunca juegos de mesa ni se te ocurra empezar con éstos) para poder
dominar su mecánica, sobre todo en el aspecto religioso, aparte de necesitar
espacio y tiempo para terminarlos y de 6 valientes que estén dispuestos a ello.
En cuanto a lo peor, para mi
gusto, con todas las variantes de victoria que te ofrece el juego, que son
muchas y lo enriquecen sobremanera dando a cada jugador diferentes opciones
para ganar la partida, la victoria militar desluce el juego, sobre todo para
aquellos países como Francia en Here I
Stand o Inglaterra en Virgin Queen,
que sólo necesitan conseguir un par de objetivos claves para ganar
automáticamente, con lo cual no les hace falta seguir una política general que
dé sus frutos a lo largo de los turnos sino dar un buen golpe de mano que te
permita conseguir tales objetivos en un
momento dado, más por incursiones o “golpes de gracia” (sobre todo si se
acompaña con alguna carta de evento como traición o similar que te puede dar un
objetivo sin lucha) que por el desarrollo de una estrategia competente. En
nuestra experiencia en el club nunca hemos pasado del tercer turno, y eso que
hemos jugado unas tres veces a cada juego.
Y para terminar, os pongo el
ejemplo del primer turno de juego de la última partida de Virgin Queen que nos echamos en el club.
Turno 1: Año de Gracia de Nuestro Señor de 1559.
El juego comienza con dos guerras
activas: Inglaterra contra Francia (y es que está muy reciente aún la toma de
Calais por los franceses en el año anterior) y la perpetua guerra de las dos
grandes potencias del momento, el musulmán Imperio Otomano contra la muy
católica España. Aparte de ello, Francia cuenta con un importante aliado en su
lucha contra Inglaterra que es Escocia (fuente de problemas en la cabeza de
Inglaterra que le procura abundantes dolores de cabeza), y España cuenta con la
alianza del Vaticano, no siempre fiel, todo hay que decirlo, pues la Curia de
siempre ha visto con muy buenos ojos el oro francés.
Vista general de la partida a mediados del
turno 1
Además, dos sucesos festivos
alegran las Cortes europeas, por parte hispanofrancesa se ha acordado el
matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois. Grandes fastos se disponen en
Madrid y París y se prevé la llegada de dignatarios de toda Europa excepto de
Inglaterra, claro está, que no ve nada bien una unión dinástica entre los dos
más grandes reinos de la Cristiandad, y tanto en la corte gala como en la más
austera española corre el vino y se visten las mejores galas para celebrar tan
memorables nupcias.
¡La boda del Siglo!
Pero ésta no es la única gran
boda europea. Aunque de menor rango que la anterior, uno de los más nobles
súbditos de su majestad Católica, Guillermo de Orange contraerá nupcias con una
importante dama de la nobleza centroeuropea, Ana de Sajonia, mas dicen las
malas lenguas que ésta es una boda con cierto tufillo protestante, pero valga
Dios a este pobre narrador de levantar falsos testimonios contra una de las más
leales testas de la nobleza europea. Sólo se trata de rumores de advenedizos y
deslenguados.
El año empieza mal para la causa
católica, los turcos en su vil prepotencia piden tributo de vasallaje a su Muy
Católica Majestad Maximiliano II a lo que éste se niega como no podía ser de
otro modo. ¡Y es que no puede permitirse al infiel que desprecie de este modo a
la verdadera fe! pues si moros hay muchos, no pueden compararse con los fieles
creyentes que guiados por el Arcángel San Gabriel con flamígera espada acabarán
por echar a todos los agarenos de Europa.
El descomunal ejército de Sokollu Mehmed se aproxima a Viena
Pero para desgracia de las armas
del Sacro Imperio el descomunal ejército liderado por Sokollu Mehmed es
demasiado grande para los mercenarios al servicio del Imperio, que son
derrotados en varias ocasiones perdiéndose la importante plaza fuerte
fronteriza de Szigetvár e incluso llegando los enemigos de la verdadera fe a la
capital del Imperio, Viena, que empiezan a asediar. Además, han aparecido
graves tumultos debido a la carestía ocasionada por la guerra y las severas
derrotas a manos turcas en Viena y Praga (y es que a perro flaco todo son
pulgas) lo que propicia que el Imperio entre en bancarrota y tenga que pedir
ayuda económica y militar al resto de potencias católicas y al Papado.
Pero si las armas otomanas van
viento en popa en tierra no puede decirse lo mismo en la mar (y valga el juego
de palabras), pues han perdido el control del Mediterráneo a manos de una
potenciada armada española que ha asestado varios duros reveses a las flotas de
Soleiman, por lo que éstas se han recluido en sus fortalezas mediterráneas en
busca de mejor ocasión para vengarse de los descreídos del Corán atreviéndose
sólo a esporádicas incursiones de piratería.
Continuando con España, ésta
dirige gran parte de sus inmensos recursos económicos para rearmarse, no sólo
construyendo una gran flota de galeras con las que han batido ya a los turcos
en varias ocasiones, sino también construyendo fortalezas con las que defender
las Indias de los piratas que empiezan a aparecer y galeones de escolta para la
flota de Indias.
Aparte de esto, como la gran
potencia del momento que es, tiene que combatir en varios frentes a la vez, y
otro de ellos es el religioso, pues en Flandes empiezan a producirse
conversiones en masa, sobre todo en la costa y en Holanda, más proclives a las
nefandas herejías luteranas y calvinistas, que deben combatirse antes de que
vayan a más, cosa que se consigue a medias ya que es muy importante la fuerza
con que las nuevas ideas empiezan a crear prosélitos, incluso en la Alta
nobleza. Debido a ello, gran cantidad de clérigos y seglares se desplazan a
estas tierras para combatir la herejía, cosa que hacen de manera encomiable
pues ésta apenas pasa de las costas holandesas, foco principal de los
alborotadores luteranos.
Primeras conversiones protestantes en Flandes
Por su parte, Francia, a pesar de
la guerra con Inglaterra y al igual que ésta última, no está muy por la labor
de pegarse trompazos con los isleños, por lo que la convivencia es más o menos
plácida, y cuando de forma tardía los ingleses se decidieron a asediar
Edimburgo, bastó con una comitiva diplomática para que los soldados de la Reina
Virgen se retiraran de vuelta a casa tras los acuerdos de paz concedidos por
los timoratos ingleses, más pendientes de sus expediciones hacia las Indias
Españolas que de una guerra tan cerca de casa. Así pues, con este problema
resuelto Carlos IX se puede dedicar a la alta diplomacia y consigue un gran
éxito diplomático al convencer al Santo Padre Pío IV para que abandone la
alianza con España y se torne profrancés, cosa que al parecer, no ha enojado a
España sobremanera al contrario de lo que podría suponerse. Creemos con total
convencimiento de causa que éste es el acontecimiento más importante del año.
¿Se atreverá el turco a atacar a piratear en las costas del Papado ahora que es
aliado de Francia?
El Vaticano se torna francés
Por tanto, la única fuente de
problemas para el galo ha sido sofocar los brotes protestantes en su patria,
que ha conseguido solventar sin grandes problemas quedando la causa hugonote
muy debilitada en estos primeros años y empezar a preparar sus expediciones a
las Indias, aunque más encauzadas al establecimiento de colonias en
Norteamérica que a piratear contra España y Portugal, con quienes mantiene por
ahora excelentes relaciones.
En lo referente a Inglaterra. En
estos principios del reinado de Su Majestad Isabel I persiste el conflicto con
el francés pero en la Corte no se pretende mantener a cabo un conflicto de gran
envergadura con Francia después de un siglo entero de guerras, sólo ocupar
Escocia y acabar de así con este problema para tener las manos libres en otros
teatros, pero una timorata política unida a la poderosa diplomacia francesa da
como resultado unas buenas relaciones entre ambos reinos aún con Escocia aliada
a Francia.
Por ello, la principal ocupación para
la monarquía inglesa ha sido aumentar su influencia en Irlanda debido al temor
de que Francia pudiera intentar algo en las verdes tierras de Eirín que pudiera
acabar de rodear a Inglaterra de Papistas, y centrarse en atacar la hegemonía
hispanoportuguesa en las Indias, aunque todavía de manera muy tímida pero que
ya está rindiendo sus primeros frutos gracias al primer “perro de la reina” John
Hawkins, cuyas primeras incursiones en América empiezan a ser vistas con algo
de preocupación por las Cortes de Madrid y Lisboa, pero tampoco mucha, la
verdad, para qué vamos a decir otra cosa.
A quienes tampoco les acaban de
ir bien las cosas es a los protestantes. En Francia apenas han actuado y cuando
lo han hecho han sido rápidamente suprimidos por los enviados papales y del
Rey, y más teniendo en cuenta las especiales relaciones que han acordado
Francia y el Vaticano, por lo que los hugonotes, con su caudillo a la cabeza,
Gaspar de Coligny, están esperando una ocasión más propicia para actuar aunque
ardan en indignación por la orgia papista en que se ha convertido la Corte de
París en estos últimos tiempos.
Primera colonia inglesa fundada por John Hawkins
Por ello, donde han actuado con
más intensidad aunque con éxitos más bien modestos, es en las posesiones
españolas de Flandes, mucho más proclives que los franceses a las bondades de
la nueva fe luterana, y sobre todo más dispuestos a luchar por ella. Aún así,
la penetración de la nueva religión en las mentes del populacho está siendo muy
dificultosa, centrándose más bien en los puertos y ciudades cercanas a la
costa, siempre más refractarias a las ideas extranjeras, ya que el emperador
Felipe está combatiendo desde la raíz este nuevo movimiento pues no desea que
le pasé lo que le ocurrió a su divino padre, el gran Carlos V en Alemania.
Pero la causa protestante ha
sufrido un duro revés ya que el que se postulaba como su gran adalid en Holanda,
Guillermo de Orange, a pesar de ser todavía un súbdito leal y católico del
emperador, ha muerto justo después de casarse con Ana de Sajonia. Las causas de
la muerte no se saben con exactitud aunque las malas lenguas (otra vez) aducen
que un excesivo ímpetu en el tálamo nupcial después de unos pantagruélicos
banquetes de bodas fueron demasiado para el ardoroso Guillermo cuyo corazón no
pudo soportar tales esfuerzos a pesar de su juventud.
RIP
|
En todas las cortes europeas se
han dejado oír las campanas en señal de duelo por tan sensible pérdida y se
ruegan oraciones por su alma. Descanse en Paz.
Fin primer turno Virgin Queen.
“El Presi”
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