miércoles, 18 de junio de 2014

Torneo Saga 7G


Este domingo nuestros compañeros Sergio e Ian participarán en el Torneo Saga que se celebrará en Leganés en la sede del club Séptimo Grado. Se trata de un torneo diferente, con escenarios creados para la ocasión y una historia que irá surgiendo con los resultados de las batallas.


Opcionalmente, se solicitaba un pequeño trasfondo de la banda. Aquí tenéis el trasfondo de los irlandeses de Sergio y su estandarte:



Mac Tire estaba paseando tranquilamente con su manada de perros, quien mejor que un lobo para adiestrar a unos perros habían pensado en su aldea, Udos, y al final el mote que le habían puesto allá en su infancia en tono jocoso, Mac Tire significa lobo en irlandés, había influido a determinar su profesión, perrero. Pero él estaba contento, era feliz con ellos, su manada, sus fieles compañeros, en los que confiaba más que en cualquiera de su aldea aunque muchso los despreciaban por decirles que eran algo inútiles en los combates.

Se había ido con ellos a pasar la noche fuera, como muchas veces hacía, pero a su vuelta los perros comenzaron a aullar al acercarse a la aldea, oliendo la pesadumbre que desprendían sus habitantes, las mujeres no paraban de llorar, los hombres de maldecir. El dolor se había adueñado de Udos. A lo lejos vio como se acercaba una comitiva encabezada por Bono, el líder de esas tierras y señor de Udos, su semblante intentaba albergar frialdad, pero la tristeza y dolor de esa aldea era tan intensa que hasta al más fiero de los guardias que le acompañaban se le escapaba alguna furtiva lágrima.

La situación no era para menos. Había aldeas incendiadas, saqueadas, pero no lo que acababa de suceder. Todos los barriles, los depósitos, los toneles, de cerveza, todos y cada uno de ellos, habían sido abiertas, volcados, derramados. La preciada cerveza irlandesa, ese sabroso néctar que hasta los perros de Mac Tire gozaban bebiendo había desaparecido. Algunos hombres desesperados intentaban lamer la tierra que todavía permanecía mojada de cerveza. 

Nunca algo así había sucedido, siempre habían intentado robarles su cerveza, quien no la iba a querer si hasta el más bravo de los vikingos acababa subido a una mesa intentando cantar como una niña tras dos pintas de esa deliciosa bebida, siempre algún barril era saqueado, es ley de vida, pero lo sucedido esa noche solo podía ser obra de algún siniestro espíritu abstemio. ¿Quién en su sano juicio habría vertido ese líquido embriagador para que se perdiera en las profundidades de la tierra?

Aunque los hombres habían llegado agotados, cabalgando toda la mañana tras conocer la noticia, necesitaba confirmar con sus propios ojos que lo que le habían contado era real y no las divagaciones de algún viejo con sus pesadillas, pero la realidad era peor que la más terrible de las pesadillas.

Por la tarde eran ya muchos los allí reunidos al correr la voz de la terrible noticia. Muchos llevaban cargando sus propios toneles de cerveza para ayudar a la pobre aldea, allí llegaron vecinos de Beamish, Caffrey, Kilkeney, Murphy, O´hara, Smithwick, Galway Hooker, Black and Tan, Porterhouse y por supuesto de Guinness todos con sus mejores cervezas para ayudar a Udos en esos terribles momentos. Pero además llegaron con sus armas, y con su sed de venganza para buscar al culpable de esa profanación y darle su merecido.

Nadie sabía por dónde empezar, si serían los cornudos vikingos, los mojigatos normandos, los afeminados bizantinos… La mayoría era partidario de ante la duda atacar a todos y así no correr riesgos de que el culpable saliera impune de este sacrilegio, fue entonces cuando Mac Tire encontró restos de una huella manchada en cerveza, fue entonces cuando los perros de Udos la olfatearon, fue entonces cuando encontraron el rastro de los culpables, y aquellos perros, aquella manda que hasta entonces había sido ninguneada, que en todas las escaramuzas que habían tenido habían salido con el rabo entre las patas se sintieron por un momento héroes, Mac Tire el primero de ellos, escuchando el clamor de su gente animándoles a no perder ese rastro, a seguirlo a perseguir hasta el confín de la tierra a los beoir dúnmharfóirí, asesinos de cerveza.

La manda marchaba rauda, el rastro se seguía con facilidad. Tras ellos iban los guerreros, los guardias a caballo, el señor Bono acompañado de sus lugartenientes, todos apurando los barriles de cerveza que habían llevado consigo, no fuera a pillarles el encuentro con el enemigo y la batalla sobrio, cualquier irlandés que se preciase debía luchar lo más ebrio posible.

Al final llegaron a unas tierras llamadas Seachtú Céim, Séptimo Grado, allí estaba el rastro fresco, allí se encontraba su enemigo, vislumbraron varios campamentos, pero no había tiempo de pensar cuales eran los culpables, la cerveza ya se acababa y había que atacar antes de la llegada de la resaca ¿A cual atacar?

Entonces lo vieron, allí encima de la colina, el Megalocero, el gran Alce Irlandés, sólo habían oído hablar de él en leyendas, ya no existían, pero allí estaba, no sabían si real o producto de la cerveza, observándolos, así que no lo dudaron, allá se lanzaron los valerosos y ebrios irlandeses, encabezados por Mac Tire y sus perros hacia el primer grupo de foráneos que encontraron, gritando como locos el grito de guerra, Beoir, Beoir Beoir (cerveza), y las montañas replicaron su grito mientras daba comienzo la batalla…

Estandarte irlandés



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