sábado, 1 de febrero de 2014

Campaña Market-Garden (I)

Briefing (1ª parte)


Después del Día-D, la batalla de Normandía terminó con la ruptura del frente alemán. Durante la huida masiva, gran parte del material de guerra fue destruido o abandonado en la bolsa de Falaise para poder cruzar el río Seine y escapar el cerco aliado. Les persiguieron hacía el nor-oeste, tomando parís en seguida, avanzando los británicos hasta bélgica y los americanos hacia la frontera franco-alemán al norte de suiza. Esa divergencia creó un problema de abastecimiento insostenible. Casi todos los suministros venían a través de las playas de Normandía aún. Cherburgo, el único puerto en manos aliados había sido bien saboteado antes de caer en sus manos. A pesar de los esfuerzos sobrehumanos de la intendencia y convoyes continuos de camiones en sentido único para llegar a los cada vez mas lejanos ejércitos mecanizados aliados, al final no llegaba lo bastante combustible, munición ni víveres para mantener el ritmo de persecución. Parecía que los alemanes perdían la guerra mas rápido que los aliados pudieron ganarla.

Nuestros compañeros Miguel e Ian, de paracaidista inglés, 
Tampoco daban abasto el personal, exhausto tras la batalla y la frenética carrera detrás de los alemanes. El mantenimiento necesario de los blindados se había descuidado por las prisas y se averiaban con cada vez mas frecuencia. Por desesperación de mandos como Patton, que decía “mis hombres pueden golpear a los alemanes y comer sus cinturones, pero mis tanques necesitan combustible”, no había para todos. Eisenhower, el mando supremo aliado, era partidario de avanzar en todos los frentes en la carrera para llegar al Rín, el río que marcaba de frontera y la puerta hacia Alemania. Montgomery en el norte y Patton en el este clamaban para tener prioridad para llegar por su propia ruta al ruhr, el corazón de la industria alemana y luego hasta Berlín. 


En la puja para tener los recursos para seguir avanzando, el mariscal Montgomery tenía las de ganar, al mando de un grupo de ejércitos en vez de solo un ejercito, como el general Patton. Parecía en esos momentos que la guerra estaba ganada y que todo habría terminado para las navidades. Existía una euforia y optimismo generalizado en el bando aliado, con los alemanes en desbandada sin apenas dar muestras de resistencia coordinada, también convencidos de que la guerra estaba decidida. Solo los nazis mas convencidos, como el general Model al mando del frente oeste, se esforzaban para salvar la situación. La tropa estaba en retirada por todos lados, a pie, en bici, a caballo, en los pocos vehículos salvados y loque podían robar de los civiles de paso. Hostigados por la resistencia francesa a su paso, también estaban extenuados, pero sin mantener la disciplina militar tan alemana. Se veía oficiales borrachos, arrastrando el botín variopinta de guerra hasta en carretillas, abandonando sus uniformes y armas. Ni la policía militar podía restaurar el orden, atropellados por decenas de miles de soldados poniendo los pies en polvorosa.


Solo bloqueando los puentes conseguían pararles para intentar poner orden, reorganizar y establecer una semblanza de frente continua contra los aliados. Los esfuerzos de individuos en algunos puntos ayudaba, pero para frenar la oleada de tropas entrando en Alemanía instauraron cortes militares improvisados. Model, superado por la situación y envergadura de su mando fue relevado y el viejo mariscal Von Rundstedt tomó las riendas una vez mas. Liberado del peso del mando supremo, Model, el llamado ‘bombero del Führer’ pudo hacer lo que mejor se le daba, sacar las castañas del fuego como había hecho tantas veces en el frente ruso. Coincidía que los aliados quitaban el pie del acelerador y del cuello del ejercito alemán, dando un respiro para poner orden en el caos absoluto en que estaba sumido.

Patton estaba estancado en los accesos a los alpes y el Rín en Lorena, mientras los británicos había tomado el deseado puerto en Ambéres, aunque la larga entrada del estuario estaba en manos alemanes aún, tanto al norte como al sur, donde un ejercito entero estaba atrapado de espaldas al mar. El XV ejercito del general Van Zangen intentaba escapar en las pocas embarcaciones disponibles por la boca del río Scheldt y la estrecha ribera norte, dejando atrás casi todo los vehículos y armas pesadas. Existía un pasillo estrecho al norte de Ambéres por donde poco a poco se escabullían hacia holanda. Podían haberles cortado el paso fácilmente, avanzando unos poco kilómetros y cortando los puentes por donde se retiraban. Fueron hostigados constantemente por la aviación aliada, pero por lo demás no se les impedían el paso.


Ésta era la situación a principios de septiembre cuando surgió el plan de la operación Market Garden en la mente del mariscal Montgomery. En la pugna para liderar el avance para cruzar el Rín, él insistía energeticamente en ‘un único empuje’ de un solo mando para aprovechar el desorden alemán y entrar en Alemania para dar el golpe definitivo. El único mando aliado que infundía miedo y respecto entre los alemanes era Patton, por su arrojo, energía y imaginación. Sin embargo, Montgomery tenía bajo su brazo un plan audaz y arriesgado para hacerlo, que impresionó a Eisenhower tanto que le prometió todos los recursos necesarios para llevarlo a cabo. Poco cuadraba con la reputación de conservador y cauto estratega que tenía entre sus aliados americanos y enemigos alemanes. Significaba lanzar 3 divisiones aerotransportadas detrás de las líneas enemigas para capturar una serie de puentes a lo largo de 85km y pasar un cuerpo de ejercito entero por una sola carretera hasta llegar al Rín en Arnhem.

Historial de la campaña:

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